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miércoles, 6 de diciembre de 2023

Naoko...

Una tarde aciaga



Mi padre se había casado con una japonesa, después de mucho tiempo andando con mujeres que solamente querían su dinero, esta última, por lo visto le daba algo que yo ignoré hasta que mi madrastra me pilló en una situación delicada, concretamente pajeándome sobre una foto de mi hermanastra, y es que tenía una hija que estaba buenísima, ella apenas tenía un par de años más que yo. Mi madrastra se lo tomó mal.


Naoko, mi hermanastra, obviamente se enteró por su madre. No pude ni mirarla a la cara. Ella simplemente me ignoró algún tiempo.
Lo malo vino con su madre, y de ahí la explicación de su relación con mi padre, difícil de camelar siempre. Por lo visto mi madrastra y mi padre mantienen en secreto una relación de D/S. Y mi madrastra es la que lleva la batuta en la orquesta de su matrimonio, y yo como hijastro, estoy bien jodido desde aquél nefasto día.
Mi madrastra me disciplinó de la única forma que conocía, ya que tenía mucha práctica con mi padre.


Retiró las fotos de Naoko que tenía en mi habitación y después, cuando pensé que iba a salir de la misma, cerró la puerta de un sonoro portazo, cerró el pestillo, se dirigió hacia mí con el ceño fruncido y con voz claramente grave. Yo permanecía en la cama sentado, intentando ocultar mi nerviosismo, ella, alargó la mano y de una bolsa que portaba, sacó una cajita que sonaba ruidoso y metálico en su interior. Ella la abrió delante de mí, y sin dar explicación alguna ordenó que me bajara los pantalones y los calzoncillos. obviamente me negué, y sin más, me soltó un manotazo que me puso el carrillo derecho al rojo vivo. Con energía tiró de mi pantalón y me los bajó, del susto, la vergüenza y el manotazo, me quedé paralizado, ella consiguió su objetivo y con un simple toque, mis calzoncillos se deslizaron por mis piernas temblorosas, dejando al descubierto ante ella, mi fláccido y minúsculo pene, de ese tamaño por la extraña y absoluta sorpresiva situación, que me descolocó totalmente.


Sacó de la caja un extraño aro metálico y una especie de tapa a juego como una chapa y un pequeño orificio. No comprendía, pero pronto iba a cambiar esa situación de ignorancia.
-Esto, cariño, es lo que desde hoy llevarás en tu pene, como castigo por esos actos guarros con tu hermanastra. Es un dispositivo de castidad, muy restrictivo, aunque con ese micropene, no habrá problema.-No soltó una carcajada, pero casi.


Sin otra explicación, y yo aún paralizado, esta vez de terror, mi madrastra me colocó el aro oprimiendo mis pelotas, y sacando mi pequeño pene por el mismo aro, luego apretó y apretó mi pene con la chapa hasta lograr cerrar el dispositivo con un cilindro, giró una llave que traía y quedó completamente fijado, extrajo la llave y antes de guardarla en su bolsillo me dijo:


-Ahora deberás aprender a mear sentadito, por ese pequeño agujerito que trae el cinturón de castidad. Como puedes ver, es metálico y solamente puede ser abierto mediante cirugía, pero ambos sabemos que eres demasiado tímido para ir con eso puesto a que te lo quiten, así que poco a poco irás perdiendo interés en masturbarte, dejarás a mi hija tranquilita y cuando considere que ya has aprendido la lección, te liberaré de tu castidad, hasta entonces, siempre puedes intentar dedearte a través del orificio, como si fuese un pequeño clítoris tu ridiculez de pene, sé que lo harás, porque tienes los genes de tu padre...


Y se marchó de la habitación sin mirar atrás, dejándome totalmente anodadado, frío, tembloroso, con mi pene encerrado, sin posibilidad de tocarme y lo peor, con la extraña sensación de que a mi padre, mi madrastra lo tenía igual de controlado, por esas últimas palabras de los genes y no se qué... la cosa, el caso, es que iba a empeorar, y la culpa la tendría Naoko.



Naoko, la niña obediente


Pasaron muchas semanas hasta que me pude adaptar a mi nueva condición. Las miradas en las comidas eran bastante extrañas, yo sabía perfectamente que mi padre llevaba también uno puesto, no era tan inocente, era eso lo que buscaba en esa mujer, una Ama que lo mantuviera a raya. La psicología podría ayudar mucho en eso, mi padre gran empresario, siempre mandando, en casa todo lo contrario...encontró a la mujer ideal, la quería y se querían, y no por dinero, sino por esa extraña relación de poder entre ambos, lo que ignoraba, es que mi hermanastra también conocía mi secreto, aunque siempre lo imaginé.

Una tarde en la piscina, mientras yo tomaba el sol, con el bañador puesto, e intentando no descubrir mi condición de castidad, lo cual era bastante problemático en atuendo de verano, mi hermanastra salió del agua, se dirigió a mí y con sonrisa burlona y ante mi mirada expectante, comenzó a quitarse el bikini. Intenté apartar la mirada y salir corriendo, solamente faltaba que apareciese su madre y aún me castigara a mí, pero no, ella me insistió en quedarme.

-Escucha hermanito, se de sobra lo del cinturón de castidad, mi madre siempre hace lo mismo con los hombres, lo hizo con tu padre y ahora contigo, no se lo tomes a mal, es su forma de ser, le gusta dar lecciones a los que hacen cosas malas. No estuvo bien que te masturbaras con una foto mía. Supongo que después de tantas semanas sin poder sacarla de ahí, tendrás ganas de correrte. 

Yo soy una hija obediente, le prometí a mi madre que no te pondría en situaciones delicadas, no hasta hoy, claro, porque hoy mi madre como acto de disciplina, me ha regalado las llaves de tu cinturón de castidad, para que sea yo la que considere cuánto de largo será tu castigo, y créeme hermanito, mi madre es muy flexible con los tiempos, por lo que sé, a tu padre le deja correrse una vez o dos al mes, a ella le basta con follar al menos una vez al mes, pero yo no tengo esos problemas contigo, porque como comprenderás, no tengo que follar contigo, tampoco es porque no podría, al fin y al cabo, somo hijos de padres y madres diferentes, pero hay algo que tú no sabes, y es que a mí me van más las chicas, así que como yo lo veo, podrías estar encerrado ahí una buena temporada.



Naoko me develó su cuerpo desnudo, mucho pelo en el pubis y dos pechos pequeños con aureolas marrón oscuras y pezones a juego algo más claritos, su sonrisa, su pose y mis miradas a su bello aspecto, hicieron que perdiera el hilo de su exposición, solamente me quedó claro que era lesbiana y yo no le interesaba, y lo peor, que ahora ella tenía la llave de mi cinturón de castidad y no me la iba a dar en mucho tiempo. 



Se sentó en una tumbona y me hizo levantar de mi asiento, se abrió de piernas y me miró con una sonrisa hipnótica, mientras me explicaba los efectos de la castidad de larga duración. Por lo visto, los músculos del pene pueden atrofiarse y después de mucho tiempo en castidad ya no recuperan su elasticidad, ni pene podría acabar encogido y reducido a un pequeño clítoris, incapaz de ponerse erecto y servir para penetrar ningún coño. El miedo y terror me hizo temblar las piernas, Naoko soltó una pequeña carcajada, tapándose la boca con la mano, como ahogando su risa, y me acercó la mano a la mía, se levantó y me susurró al oído:


-Escucha hermanito, no tengas miedo, yo siempre voy a cuidar de ti, por algo eres mi hermano pequeño. Prometo no alargar tanto tu castidad, esto solamente es por lo de la paja, un castigo para que aprendas a respetar a las mujeres, yo entiendo que tienes tus necesidades, pero ahora quiero que entiendas las mías, yo arrastro los genes de mi madre, al igual que tú los de tu padre, no podemos negarlo, tu cara y temblores dicen que no quieres esto, pero tu interior está ardiendo por tener a tu hermanastra como dueña de tus orgasmos, además, ambos sabemos que por el orificio ese del dispositivo de castidad, te puedes masturbar, está claro que no es igual, pero seguro puedes alcanzar el orgasmo, y ahora tu pene me dice que ya lo has hecho muchas veces.-Mi pene intentaba ponerse duro, recordando las primeras semanas que me pasé perfeccionadno la técnica para poder correrme con el cinturón de castidad, y ella lo notó al bajar la mirada-. Así que...voy a permitir que mires, que me mires cuanto quieras, pero sin poder tocarme, tú y yo vamos a tener una relación bonita de burla y negación. Si no te sabe mal y te portas bien, dejaré que veas como mi amiga me come el coño delante tuya, pero recuerda, estás para observar, a mi amiga y a mí nos encanta ser observadas y deseadas, y tú eres perfecto para nuestros juegos.


La amiga



La semana siguiente, trajo a su amiga, y tras convencerme de enseñarle mi dispositivo de castidad, y como ella no se fiaba mucho, me acabaron atando a una silla, ella se desinhibió y comenzaron a comerse una a otra.


Voy a tener retenida una imagen de mi hermanastra eternamente en la retina, mientras su amiga le comia el coño como si no hubiera un mañana y me miraba a los ojos con lujuria...desde una silla, atado, sin poder empalmarme, sin poder tocarme, sabiendo que mi hermanastra, dos años mayor que yo, posee la única llave que puede liberar mi pene y permitir que tenga orgasmos completos, follar un coño, como el de mi hermastra por ejemplo, y esperando el perdón, que nunca acaba de llegar, con el temor de que mi pene, quede reducido a una minúscula seta, fruto de una larga castidad, pero siempre, ardiendo por dentro, queriendo efectivamente como ella me dijo, ser su cautivo en castidad...