Cuando llego a casa para merendar, después del trabajo, mi mujer ya ha tenido su ración de comida con su amante, y me espera en la habitación para darme a mí la mía. La mayoría de veces, su amante ya se ha ido, pero a veces todavía sigue allí, limpiándose los restos de su pene, y después de comerme la tarta de crema de mi mujer, me toca darle las gracias a él por la merienda, que quiera o no, me toca digerir todas las tardes, al menos así será todo el mes, porque las llaves de mi cinturón de castidad las comparte mi mujer y su amante, y más me vale complacerla a ella y darle a él las gracias...
